Volver

Jesús Ángel.

Cómo escribí El templario
Publicado el 23 de mayo de 2022

Víctima del Síndrome del Papel en Blanco, recibo la visita de un fantasma, que me da instrucciones y acabo escribiendo el manuscrito que presento a continuación. Este es el índice:

Templario.
    Prólogo: Un fantasma viene a verme.
  1. Infancia.
  2. Escudero:
    1. De patrulla.
    2. El soldado Malaspina.
  3. Caballero por adopción.
  4. Interludio.
  5. En busca del grial.
  6. Hannah.
  7. El Cruzado.
  8. Los Santos Lugares.
  9. Adiós al Temple.
  10. Hannah, siempre Hannah.
  11. Y sin embargo, templario.
  12. Epílogo.
Copyright
© 2022. Jesús Ángel. Prohibida a copia total o parcial de este texto sin permiso previo escrito del autor.

Un fantasma viene a verme.

Toda mi vida me he reído del famoso Síndrome del papel en blanco del que tantos escritores se quejan, pero reconozco que aquel día yo era una víctima más de ese extraño fenómeno que dicen que les ocurre a todos los escritores y del que yo hasta entonces me creía inmune: sentado a la mesa en que suelo escribir con un folio y un lápiz, goma de borrar y sacapuntas, no se me ocurría nada en absoluto sobre lo que escribir.

Aquella mañana había pensado escribir una historia sobre una muchacha en plena Edad Media y sus problemas para enamorar al chico que le gustaba, y cómo lo iba consiguiendo poco a poco… La historia la tenía completa en mi cabeza, a falta de algunos matices finales, pero eso ya se me irá ocurriendo, me decía a mí mismo. Inútil decir que eso de documentarse sobre la época, la psique de aquella gente, o sobre quién mandaba en aquel país, cuál era ese país, y otra serie de estupideces con las que los lectores suponen que nosotros los escritores perdemos el tiempo en lugar de escribir, que es nuestro oficio, inútil —repito— es decir que ni se me había ocurrido. Si lo hubiera hecho, seguramente habría recordado algo de mi libro. Pero miren ustedes, yo soy así de pasota. Yo escribo lo que me da la gana cuando quiero, y hasta ahora he realizado varias obras maestras, y las demás aún están por descubrir por los lectores bien preparados. Pero no sé si fue a pesar de esto, o debido a ello, no me venía ni una sola idea a la cabeza.

De repente me pareció escuchar una voz clara y grave en el fondo de mi cerebro:

«Escribe».

Sin encomendarme a dios o diablo algunos, agarré el lápiz, y lo posé sobre el folio, y durante varias horas escribí lo que aquella voz pausada y elegante me susurraba desde el fondo de mi cerebro:




Espero que disfrutes de esta historia. Si así no ha sido, estudiaré encantado las críticas que tengas a bien enviarme a mi dirección.

Si os ha gustado, podéis leer toda la historia en papel virtual (o sea, kindle),

Volver