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El niño que no quería ser jefe. Pincha para ver en Amazon. Jesús Ángel.

Una prehistoria de amor, o El niño que no quería ser Jefe.

Ugh y Agh son dos niños a los que no deja jugar juntos la madre de ella debido a las costumbres y tradiciones de su tribu, los H. Andando el tiempo vuelven a encontrarse cuando ya son mayores y cada uno tiene su historia, y es sólo cuando la Naturaleza resuelve los problemas que se les habían planteado cuando vuelven a acercarse. Es una historia tierna y sencilla que ocurre en la prehistoria, cuando la humanidad aún no tenía claro que iba a ser la especie dominante en el planeta.

Cuando el niño se hace mayor, se le plantea la posibilidad de ser Jefe de la tribu, a petición popular en dos ocasiones, y tres veces rechaza la petición, aunque se verá que es el miembro más fiel y leal de la tribu. Solo que él quiere ayudar a madurar a los demás, no a dirigirlos hacia donde él no sabe si es el lugar adecuado.

Este libro es una reflexión sobre el amor y sobre el poder, y nos marca una idea positiva y optimista en la resolución de los conflictos humanos.

Los tigres y los leones

La propuesta de Uglt no pudo ser más clara: Dividir el poblado en dos partes, y aposentar cada una en una colina diferente. Se haría más difícil defender la actual colina de una estampida de búfalos o, aún peor, de elefantes. Podían cavar un foso a su alrededor, pero les faltaban herramientas. Tenían que aposentarse en una colina o en una montaña de modo que lo que quiera que les embistiese tuviera que rodearla como había ocurrido la otra vez. Sólo que si se repetía ahora, los que vivían ya fuera de la colina, en el llano, serían barridos del mapa, como había pasado con las chozas del poblado anterior que aún estaban en pie, que fueron arrasadas por la estampida de los búfalos.

Los ancianos discutieron el proyecto, y pronto hubo dos facciones: los partidarios de quedarse donde estaban, porque ya se habían acostumbrado al lugar, y los partidarios de irse, pues no podrían cargar con la responsabilidad de la muerte de las familias que vivían al pie de la colina.

—Durante muchos años vivimos en el llano y no hubo estampida—, decían los primeros, —por lo que no es previsible que haya otra.

—Una estampida puede venir en cualquier momento—, dijeron los otros. —¿Queréis que vuestra gente muera?

La propuesta de Uglt era que se buscaran dos colinas diferentes para que nadie se sintiese del pueblo original, para estar más cerca y defenderse mutuamente frente a terceros, pero sacó partido de las existencia de dos bandos al modificar su propuesta: Un grupo se podría quedar en el poblado actual, y el otro buscaría otro asentamiento.

Finalmente se decidió que los que quisieran podían trasladarse a una nueva ubicación que buscaría una expedición encabezada por Uglt, que partiría al día siguiente.

Uglt se veía venir que querrían que él fuera Jefe, pero el joven Selt, que Kralt había seleccionado como su delfín, estaba entre los que expresaron su deseo de trasladarse, lo que no gustó nada al Jefe, su mentor.

—Busca otro delfín, Kralt. Este usará tus enseñanzas en la nueva tribu.

—Aún no está preparado.

—Yo le ayudaré.

Los que querían irse eran casi las dos terceras partes de la tribu. Doscientas familias de las trescientas que formaban la tribu original de los tigres y leones.

A la mañana siguiente salieron veinte guerreros conducidos por Uglt, en dirección a la selva. Penetraron en ella y se dirigieron a lo más profundo de ella. Una posibilidad era volver a establecerse en la selva, tan llena de vida. Otra posibilidad era buscar asentamiento al otro lado de ella, en las montañas que se veían más allá, a lo lejos. Y la tercera posibilidad era establecerse en ambos lugares.

Los veintiún guerreros se adentraron en silencio en la selva. La verdad es que los animales se apartaban de su paso apresuradamente, pues todos iban tocados con pieles de tigre o de león, y al principio, dadas las condiciones de escasa luz que había en aquel lugar tan espeso, parecía que setenta tigres y leones iban juntos. Así llegaron a un amplio claro, y pararon para dormir. Primero cazaron un jabalí y se lo comieron entre todos. Luego establecieron un turno de guardias y se fueron a dormir los demás. Pero Uglt no dormía del todo. De pronto notó algo raro. Vio una cabeza de tigre que parpadeaba. Se había acercado a él y lo estaba husmeando De pronto sacó su cuchillo y se lo clavó en la garganta, chillando: —Ok ja!— Los demás se despertaron y le clavaron veinte lanzas al pobre animal antes de que se diera cuenta de qué estaba pasando.

Uglt buscó los vigías y encontró a uno muerto y parcialmente devorado por el tigre. Entonces decidió que serían dos en cada punto en lo sucesivo.

Desollaron al tigre y se lo comieron asándolo previamente, entero. Dejaron los huesos para los lobos.

Siguieron su camino y cuando por fin llegaron al otro lado, vieron lo que podría ser su poblado: un río caudaloso, ancho, rodeaba dos islas de diferentes tamaños, pero la menor de ella era mayor que la colina de la que venían. Ya no tendrían que hacer largas caminatas para traer agua en cestas. Ya no tendrían que ir al río a bañarse: el río estaba allí, en casa. Ya no tendrían que cavar un foso alrededor de su poblado: el río lo había hecho por ellos.

Volt era hombre de pocas discusiones: se echó a suertes quiénes estarían en la isla de oriente y quiénes en la de occidente. Una vez que le hubo correspondido a cada uno un sitio, podía intercambiarlo por el de otra isla. Puesto que la de Oriente era mayor, se le adjudicaron ciento treinta familias, y a la de Occidente sólo setenta. Por lo tanto comprendemos que cada guerrero sería el líder de diez familias, que elegiría él de entre las que se lo solicitaran al volver al poblado LT.

Primero exploraron ambas islas por separado. No había puentes ni pasos para vadear el río, así que tuvieron que ir a nado. Fueron solos con sus lanzas y cuchillos, pues sus pieles no les daban la suficiente libertad de movimientos en el agua. Cuando llegaron vieron que en cada una de las islas había abundancia de caza, sobre todo cerdos salvajes y vacas, una especie menor de bisonte, mucho más mansa que la que conocían.

En la isla de Occidente había ademas una especie de ave que no es capaz de volar. Por eso abundaba en esa isla y no en la de Oriente, donde sí tenía depredadores.

Cuando encendieron fuego para darse un festín descubrieron que el humo de una isla se veía en la otra, y así supieron cuándo los otros estaban comiendo. Descubrieron un paso entre ambas islas por el que se podía vadear el río con facilidad, ya que en el lado más profundo el agua llegaba a la altura de la cintura de un hombre. Una vez reconocido el terreno, volvieron al poblado con las nuevas noticias.


En este libro se describen algunas ceremonias en aquella cultura tan extraña y diferente de las nuestras, como la del Emparejamiento, en que la emparejante hace una seductora danza ante su emparejado ante la vista de toda la tribu, sentada en círculo a su alrededor.

Espero que le haya gustado este fragmento. Si quiere usted leer el resto de la historia, ya puede encontrarla en Amazon. Escríbame si quiere comentármela.

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